En el almacén esperé a que llegaran nuestros voluntarios para distribuir los paquetes de comida en las diferentes zonas de la franja de Gaza. Cuando realizamos distribuciones trabajamos en grupo porque es muy peligroso. Los voluntarios llenaron sus coches con los paquetes y se dirigieron hacia las diferentes zonas de la ciudad de Gaza y también al norte de la franja. Uno de nuestros voluntarios, Eyad, estaba distribuyendo paquetes en el campo de refugiados de la playa cuando una bomba enorme explotó. Está vivo de casualidad. Es muy duro pero tenermos que seguir trabajando. Es un gran logro poder alcanzar estas áreas y distribuir ayuda humanitaria.
Priorizamos la distribución de paquetes de comida a familias que tienen muchos niños, hogares con cinco o más niños aunque nos gustaría poder distribuir ayuda entre muchas más familias. Algunas tienen gran necesidad de nuestra ayuda. Ayer, Eyad distribuó 184 paquetes de alimentos en Gaza. La mitad de todos los paquetes que hay en el almacén ya se han distribuido. La otra mitad irán hacia el Sur de Gaza pero hay algunas áreas a las que es imposible acceder debido a la actual situación.
Hoy estamos muy ocupados intentando determinar las necesidades de algunos hospitales en la franja de Gaza. Un doctor nos ha dicho que necesitan urgentemente mantas, gasas y batas para los médicos. Tenemos suerte porque cuando hemos llamado a los proveedores de productos sanitarios hemos conseguido localizar algunos de estos productos. En estos momentos estamos evaluando nuestro presupuesto y mañana empezaremos a distribuir los suministros en el hospital Kamal Edwan y a otras clínicas en Gaza.
Cada mañana evaluo cómo está la situación para ver si puedo salir de casa. Hoy, por ejemplo, no he posido salir así que estoy trabajando desde casa. Ramsey, mi compañero, vive muy cerca de la oficina y del almacén y está trabajando conmigo para conseguir que los sumnistros lleguen a los lugares donde se necesitan. No sé si mañana podré salir de casa, pero sí sé que a las 11 de la mañana Ramsey llevará los suministros médicos a los hospitales sea cual sea la situación de seguridad.
Esto parece un terremoto. El sonido de las bombas es ensordecedor. Cada minuto se escucha una bomba. Tengo cinco mantas sobre las piernas porque hace muchísimo frío. Todos mis hijos duermen con cinco mantas.
Soy una mujer fuerte. Si veo a una persona morir me armo de valor, paro y la ayudo, pero en esta situación siento que no puedo hacer nada. Ayer, mientras conducía el coche me sentí muy insegura. ¿Cómo van a saber que una mujer conduce el coche? Pensé. Incluso si llevo el símbolo de Save the Children, las bombas no pueden saber que trabajo en una ONG.
Es igual en toda la franja de Gaza. No te sientes seguro en ningún sitio.
Salwa El Tibi, trabajadora de Save the Children en Gaza.
Fuente: Save The Children